Por: Alejandro Alcocer Herrera
Puede ser fácil convertirse en madre,
un cerrar de ojos, un suspiro, un corazón entregado,
un momento de lujuria, o solo descuidarse,
una mala cuenta o un momento anhelado.
Después, espera o desesperanza, felicidad o ira,
la sorpresa, la ilusión, el miedo,
salir con el sol, o esconderse en una esquina.
el apoyo de quienes la aman , o el abandono en serio,
El proceso siempre será el mismo,
el resultado tampoco es tan diferente
del cuerpo dolorido es que nace un niño,
que hace a la mujer, madre de repente.
Con su pecho, fórmulas o de vacas,
a ella alargar esa vida solo le preocupa,
el llanto de ese pequeño no se compara.
con lo que a una madre temor le causa.
Así los educa, los mima, los guía.
así los regaña, los riñe y les da nalgadas,
con una mano, acaricia y cura heridas,
con la otra, deja caer la vara.
Un día, entre sollozos, lo ve partir,
sin verlo, voltear una vez siquiera
ella no sabe, como va a vivir,
si busca el amor, el trabajo o la guerra.
Si busca justicia, paz o revolución,
para una madre, carece de importancia,
sólo vive para sentir la emoción
de ayudarlo en sus tristezas y sus ansias.
Todos los hijos, sin importar como se llamen
Sandino, Emiliano o el Che Guevara,
Miguel, José, también Lucio Cabañas,
a todos ellos, los parió y formó una madre,
A Marcos, simón o al mismo Fidel
una madre, al llorar les dio consuelo.
siempre madre, una vez niña, a veces mujer,
por su destino, luchó contra el mundo entero.
Se llamaba, Josefina, Marta o Elizabeth,
le dijeron, Madre, jefa o simplemente mamá,
de justicia y revolución, tuvo hambre y sed,
y por ello, a sus hijos enseñó a luchar.
No importa si son mujeres u hombres,
tanto como las tierras y los paises de origen,
para una madre, solo importan esos nombres,
los de sus hijos y las causas que nos hacen libres.
Toda causa, toda revolución, todo cambio,
germinan y crecen por su apoyo,
nada sería sin el precio de su llanto,
nada se haría sin su amor tan hondo.
A todas las madres les debemos gratitud,
el darnos la vida es suficiente ocasión,
pero a las madres que resplandecen con el cielo azul,
ellas, mas que un canto, merecen una oración.
Puede ser fácil convertirse en madre,
un cerrar de ojos, un suspiro, un corazón entregado,
un momento de lujuria, o solo descuidarse,
una mala cuenta o un momento anhelado.
Después, espera o desesperanza, felicidad o ira,
la sorpresa, la ilusión, el miedo,
salir con el sol, o esconderse en una esquina.
el apoyo de quienes la aman , o el abandono en serio,
El proceso siempre será el mismo,
el resultado tampoco es tan diferente
del cuerpo dolorido es que nace un niño,
que hace a la mujer, madre de repente.
Con su pecho, fórmulas o de vacas,
a ella alargar esa vida solo le preocupa,
el llanto de ese pequeño no se compara.
con lo que a una madre temor le causa.
Así los educa, los mima, los guía.
así los regaña, los riñe y les da nalgadas,
con una mano, acaricia y cura heridas,
con la otra, deja caer la vara.
Un día, entre sollozos, lo ve partir,
sin verlo, voltear una vez siquiera
ella no sabe, como va a vivir,
si busca el amor, el trabajo o la guerra.
Si busca justicia, paz o revolución,
para una madre, carece de importancia,
sólo vive para sentir la emoción
de ayudarlo en sus tristezas y sus ansias.
Todos los hijos, sin importar como se llamen
Sandino, Emiliano o el Che Guevara,
Miguel, José, también Lucio Cabañas,
a todos ellos, los parió y formó una madre,
A Marcos, simón o al mismo Fidel
una madre, al llorar les dio consuelo.
siempre madre, una vez niña, a veces mujer,
por su destino, luchó contra el mundo entero.
Se llamaba, Josefina, Marta o Elizabeth,
le dijeron, Madre, jefa o simplemente mamá,
de justicia y revolución, tuvo hambre y sed,
y por ello, a sus hijos enseñó a luchar.
No importa si son mujeres u hombres,
tanto como las tierras y los paises de origen,
para una madre, solo importan esos nombres,
los de sus hijos y las causas que nos hacen libres.
Toda causa, toda revolución, todo cambio,
germinan y crecen por su apoyo,
nada sería sin el precio de su llanto,
nada se haría sin su amor tan hondo.
A todas las madres les debemos gratitud,
el darnos la vida es suficiente ocasión,
pero a las madres que resplandecen con el cielo azul,
ellas, mas que un canto, merecen una oración.

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