La CTA es parte fundamental en los últimos 20 años del proceso de reorganización de la clase trabajadora. Describió una parábola, ascendente en los ’90, decadente a partir del 2000.
Hoy se ve amenazado su futuro, y es cada vez más una central burocrática. Sin embargo, muchos de los compañeros que forman parte de las más importantes experiencias de nuevas direcciones y organizaciones de los últimos años son parte de estas elecciones. Desde el sindicato de subte hasta FATE, desde las oposiciones docentes a los trabajadores de la salud y movimientos de desocupados.
Algunos han sido atraídos por la fractura interburocrática, y se han sumado a uno u otro bando. Otros, son parte de la dispersión de la izquierda. Y otros más, han decidido no dar la pelea. Queremos abrir una reflexión con todos ellos.
El clasismo fallido de la CTA - Ascenso y caída de la Central
El 17 de diciembre de 1991, se reunieron en Burzaco varios dirigentes sindicales, entre ellos Germán Abdala, diputado del grupo de los 8, sector peronista opuesto a Menem. Deciden salir de la CGT y organizar una nueva central.
En noviembre de 1992 se funda la CTA, basada en ATE, CTERA y otros gremios estatales, junto a jubilados, desocupados y mujeres como un proyecto político sindical de los trabajadores, a imagen y semejanza de la CUT y el PT brasileño.. La Iglesia dio su apoyo.
Una ruptura progresiva
La CGT fue durante el menemismo un agente directo de la aplicación de las políticas neoliberales: privatizaciones salvajes, flexibilidad y precarización laboral, liquidación de los viejos convenios y conquistas, privatización de la jubilación, Reforma del Estado, y otros ataques brutales a los trabajadores y el patrimonio del país.
Las conducciones tradicionales frenaron cualquier forma de resistencia. En ese marco, la ruptura y conformación de la CTA dio un canal para la resistencia de los trabajadores, en especial del Estado. En ese sentido, más allá de sus direcciones, el surgimiento de la Central fue progresivo para el movimiento obrero.
La burocracia de ATE y CTERA no enfrentó a fondo los planes menemistas. ATE permitió la liquidación de Fabricaciones Militares y la aplicación en la salud de los planes del Banco Mundial. La CTERA de Mary Sánchez aceptó la Ley Federal de Educación.
Pero tuvieron que resistir los ataques más groseros y brutales, que afectaban directamente a sus bases. La CTA se transformó en un punto de referencia de la resistencia.
De esa época fueron las Marchas Federales, la huelga general en solidaridad con los metalúrgicos de Tierra del Fuego y en repudio al asesinato de Víctor Choque. Y los Frentes Gremiales en torno a las regionales de la CTA que en el interior se opusieron a Menem,.
Parte de lo mejor del activismo obrero y popular se organizó en la Central, que para postularse ante la CGT levantó la bandera de la libertad sindical, con un funcionamiento interno más democrático que los gremios tradicionales.
Los estatutos contenían la elección por voto directo de la directiva, la integración a la Central de grupos sociales oprimidos y el Congreso con todos los compañeros con cargos electivos de las entidades de base agrupaba 5 ó 6.000 delegados, lo que permitía que participaran sectores opositores.
La Alianza
El ascenso obrero a partir de 1996, y el surgimiento de los procesos de desocupados pusieron a la orden del día la caída de Menem.
Pero la Alianza, acuerdo de los sectores peronistas opositores a Menem, conducidos por Chacho Álvarez, con la UCR, se orientó al terreno electoral. La CTA abandona la lucha directa y pasa a ser garante de la transición institucional.
Con el triunfo de la Alianza, pasó al apoyo completo al nuevo gobierno, incorporando funcionarios y diputados.
Así la Central perdió todo componente progresivo. Pasó a ser, como la CGT, una organización obrera integrada al Estado patronal. De la mano de esa transformación, se inicia un cercenamiento de la democracia interna.
La crisis de diciembre del 2001 hizo estallar todas las contradicciones. Los miles de activistas y luchadores que se habían incorporado a la CTA durante los ’90, fueron parte del Argentinazo que tiró abajo a De La Rúa. En el mismo momento, la conducción de la Central, paralizada, se encerraba en sus locales.
Cuando todas las tensiones sociales configuradas durante el menemismo estallaron, la conducción de la Central fue a contramano de la lucha obrera y popular.
A partir del Argentinazo, se abrió una crisis en la Central. Estaba en una encrucijada: se armaba de un programa y un curso de acción que enfrentara la colonización creciente de nuestro país y al propio Estado capitalista, o buscaba un nuevo sector patronal al que aliarse para salir de la crisis. Aunque por momentos fue obligada a la lucha, como después del asesinato de Kostequi y Santillán, su curso fue a la derecha.
La estrategia de construcción de un Movimiento Político y Social, votada en el Congreso del 2002, fue la confesión de que la independencia de clase estaba enterrada. Asimilación creciente al Estado capitalista.
El kirchnerismo mostró el camino a los Yasky, De Gennaro, Micheli, Baradel, Godoy. Más o menos “kirchneristas”, fueron parte de la tarea de superar las secuelas del Argentinazo.
El sector liderado por Yasky tomó la ofensiva, incorporándose decididamente con funcionarios al gobierno nacional y de las provincias.
La participación masiva de organizaciones de desocupados de la mano de los D’Elia, administradores de la miseria y el clientelismo, sólo sirvió para incrementar la dependencia del Estado. La unidad de ocupados y desocupados, fue utilizada por los dirigentes burocráticos de unos y otros para atar más todavía la Central al gobierno.
La CTA perdía así todo rasgo progresivo, cerraba el círculo, y definía su futuro.
De la mano de su ruptura histórica con la independencia de clase, fue cambiando sus estatutos y su funcionamiento: los dirigentes de la CTA pueden ser a la vez funcionarios, se acaba con los Congresos amplios. Cada vez menos autonomía del Estado, cada vez más autonomía ante los trabajadores afiliados a la Central.
Las elecciones actuales
Con más afiliados y más gremios, la CTA es cada vez menos una central de lucha y democrática. Su crecimiento está vinculado a sus acuerdos con el gobierno. Su independencia se pierde, avanza su decadencia. Aunque muchos sectores la ven diferente a la CGT, hoy sigue, como la sombra al cuerpo, el camino de la burocratización cegetista.
La Alianza marcó una inflexión y la pérdida de todo rasgo progresivo. Estas elecciones son una nueva inflexión, el entierro definitivo de todo proyecto independiente, y la perspectiva de destrucción de la CTA.
Dos proyectos políticos y sindicales patronales
Bajo el kirchnerismo, en la CTA se perfilaron dos alas. Una, liderada por CTERA, la FTV de D’Elía, un sector de ATE, y organismos de Derechos Humanos, se alinea completamente con el gobierno y se acerca a Moyano. El tándem Yasky- Moyano pasa a tener cada vez más poder, como sustentación del régimen político.
Su proyecto político se ató al del gobierno actual, y “enfrentar a la derecha” es su caballito de batalla, a coro con Cristina.
En el lockout del campo se ubicaron decididamente del lado del gobierno. Y a partir de allí, junto a los K en todas las cuestiones importantes.
Ligados a Sabatella, diputado “kirchnerista crítico” y a Heller, sustentan desde la “transversalidad” el proyecto kirchnerista, que es para ellos la expresión del “Movimiento Político y Social” que la Central impulsa desde el 2002. En lo sindical, defienden la unidad de los sindicatos –es decir, respetan la hegemonía cegetista en el movimiento obrero- y se niegan a la formación de nuevos sindicatos, aún cuando haya condiciones para su formación. Y, aunque lo niegan, todo indica que el acercamiento con Moyano podría avanzar.
Es un proyecto de liquidación de todos los principios fundacionales de la CTA.
El otro sector, dirigido por De Gennaro, la dirección mayoritaria de ATE, junto a otros gremios como los médicos, y con mayoría en la CTA Capital y las regionales (que en general fueron motorizadas por ATE desde sus inicios), se niega a integrarse totalmente al gobierno y a la CGT.
Fue perdiendo peso a medida que el “yasquismo” se comprometía con el gobierno.
Por eso, tardíamente lanzaron el proyecto de la Constituyente Social, como continuación del Movimiento Político y Social que habían votado unánimente en el Congreso del 2002.
Pero para que nadie se confunda, este nuevo proyecto también necesita un sector patronal: De Gennaro se ató a Pino Solanas y su Proyecto Sur. Y durante el lockout de la patronal agraria, tomaron partido por la Mesa de Enlace a través de la Federación Agraria, vieja aliada de De Gennaro.
En el terreno sindical, proponen la construcción de nuevos gremios en toda circunstancia, sin medir la relación de fuerzas ni ver qué decide la mayoría. Intenta reproducir en todos lados la experiencia de ATE como corriente política enfrentada a UPCN en la órbita estatal, sin considerar que en los gremios privados eso tiene riesgos.
Aunque dice defender la democracia sindical y los demás principios fundacionales de la CTA –expresados en Burzaco-, nada dice de la burocratización de la Central y sus estatutos.
Son dos proyectos enfrentados, pero que coinciden en su estrategia de conciliación de clases, de frente con sectores patronales, y condenan al movimiento obrero a la dependencia política de la burguesía.
Y en los hechos, coinciden en la liquidación del proyecto fundacional donde la CTA se identificaba como una organización independiente de los trabajadores.
Ni Yasky ni De Gennaro: Independiencia de classe
La CTA está completando su transformación. Puede terminar dentro de la CGT o no. Puede seguir creciendo con nuevos sindicatos que la CGT va perdiendo.
Pero de aquí en más profundizará su adaptación al estado y su subordinación al sistema capitalista.
Sin embargo, paradójicamente, la fractura de la dirección histórica está actuando como un imán que atrae a algunos de los procesos más ricos de la reorganización obrera del último período.
Los dirigentes del nuevo sindicato de subterráneos son atraídos por el ala Yasky-Marín.
Y otros, como los dirigentes de AMSAFE Rosario u otros procesos de lucha estatal, se suman a la lista de Pablo Micheli y De Gennaro. Nos parece un gran error. Las elecciones pasarán, y la lucha obrera va a continuar. Por eso, damos importancia al debate, a la vez que llamamos a esos compañeros a romper todo vínculo de subordinación con las variantes burocráticas.
¿Yasky es “poder para los trabajadores”?
Yasky dice que no quiere una CTA “testimonial”. Que hay que acumular “poder para los trabajadores”. Y que eso se logra disputando espacios de gobierno. Es decir, funcionarios, diputados, organizaciones con muchos recursos económicos.
Ese argumento no tiene nada de nuevo. El peronismo históricamente reservó para los dirigentes de los trabajadores, la famosa “rama sindical”, que le permitió utilizar a la clase obrera para presionar al imperialismo, y a la vez subordinar a las organizaciones obreras.
Pero ese lugar lo está disputando Moyano, con su “Corriente nacional del sindicalismo peronista”, y peleando por la gobernación de Buenos Aires. ¿Ese tipo de poder busca Yasky? Ya no hay espacio en el PJ para la clase trabajadora.
La “rama sindical” hoy es pan para los burócratas, hambre y miseria (cuando no represión y crímenes, como la Triple A) para los trabajadores.
¿Con De Gennaro para “no entregar la CTA al gobierno”?
Otros compañeros se suman al degennarismo para “mantener la CTA de los orígenes”. Micheli y “Cachorro” Godoy recitan los postulados de Burzaco, queriendo retroceder la historia.
Pero en medio estuvo el apoyo a la Alianza, a Chacho, el 2001.¿Pueden hablar de independencia de la CTA quienes la dirigían en ese momento, sin la menor reflexión crítica? ¿O es que rechazan entregarla a los K, porque la reservan para Pino? Esa es la posición del MST o la CCC, que se suman a este sector por oportunismo y porque compartieron el apoyo a la patronal sojera.
Pero no pueden confundirse compañeros que sufren al degennarismo cotidianamente entregando las conquistas de los trabajadores del Estado.
“Ocupar espacios”
Algunos compañeros nos dicen que no confían en esos dirigentes, pero que “hay que ocupar espacios”, e ir ganando ubicaciones.
Durante décadas, los partidos comunistas actuaron de ese modo, haciendo acuerdos con sectores burocráticos por algunos cargos.
En general, siempre ganan los burócratas. Pero quien seguro pierde son los trabajadores, que después de lograr nuevas direcciones, vuelven a quedar presos de la burocracia sindical, entrando por la puerta del “espacio ocupado” por los nuevos dirigentes.
“No había condiciones”
Los dirigentes de la CTA Bahía Blanca o ATE Sur, no entraron en la trampa ni fueron cooptados por las listas burocráticas. Ellos estaban en condiciones de presentar una alternativa minoritaria pero clara. Y marcar el camino hacia el futuro a todos esos compañeros confundidos por la fractura burocrática.
Convocaron a formar una tercera lista amplia, pero no fueron consecuentes con esa correcta política. Cedieron a la presión de otros sectores que sí claudicaron a la burocracia, y no quisieron enfrentarlos.
Por esa vía, se abstuvieron de dar una pelea fundamental. A veces, un pequeño núcleo hoy puede ser una fuerte mayoría mañana. Ninguna gran construcción obrera comenzó con la mayoría.
La pelea continúa
El día posterior a las elecciones, la vida sigue. El gobierno y las patronales seguirán atacando a los trabajadores. Y las fracciones burocráticas volverán a entregarnos.
Entonces, la unidad de todos los sectores independientes será una necesidad. Apostamos a reconstruir en la lucha la unidad opositora rota en estas elecciones.
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La izquierda sectaria - Siempre a espaldas de los trabajadores
Por primera vez la conducción histórica de la Central se dividió en dos listas de cara a las elecciones presidenciales del 2011.
Eso representaba una gran ocasión para una alternativa opositora unificada, antimperialista, de defensa, unidad e independencia de la clase trabajadora.
Pero no. Frente a las dos listas burocráticas hay tres listas de izquierda.
PO, el PTS y el MAS han inscripto sendas listas. Cada uno influyó en alguna estructura de trabajadores afiliada a la CTA, y desde allí presentó una lista, llamando a los demás a “ir al pie”.
El resultado es la dispersión en listas que tendrán resultados electorales marginales.
Podría parecer otra orientación sectaria. Sin embargo, es más profundo: es la incapacidad de comprender el complejo proceso de reorganización de la clase trabajadora.
Durante los ’90, negaron toda faceta progresiva a la construcción de la CTA. Por eso, estuvieron ausentes del proceso que, durante el menemismo, se canalizó a través de la Central y produjo un activismo masivo y muy luchador.
En el 2002, en medio de la crisis producida por el Argentinazo, fueron incapaces de dotarse de una política para agrupar a todos los sectores que, reivindicando el surgimiento de la Central, se oponían a su curso regresivo. Cuando formamos la Oposición que logró el 14% de los delegados en el Congreso de CTA Buenos Aires (en Lanús), el 17% en CTA Capital y que entró con una columna de 450 delegados en el Congreso de CTA nacional en Mar del Plata, ninguno de estos partidos participó.
Y hoy, que la dirección histórica se destruye, se niegan a dar la respuesta necesaria: una lista unificada que enfrente a ambos sectores con una política amplia, abarcativa, dirigida a todos los que, hoy en esta elección o mañana en la lucha, pueden sumarse a un reagrupamiento de lucha, independiente de la burocracia, el gobierno y todos los sectores patronales.
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