Entre los más recientes reconocimientos otorgados a él está el Premio
del Barrio, concedido por los Comités de Defensa de la Revolución (CDR),
sobre la base de su acercamiento artístico a la población que reside en
los barrios periféricos de la capital del país, la gira por los centros
penitenciarios del país, su extraordinaria brillantez creativa e
interpretativa y su fidelidad a la Revolución y al pueblo cubano.

Mario Benedetti expresó sobre ti: “Quizá el secreto resida en
que siempre transmite una gran sinceridad, una honestidad a toda prueba,
un no aparentar lo que no es…”. ¿Cómo consideras esa apreciación a la
luz del tiempo?
“Recuerdo que José Antonio Méndez
también decía que la canción debía estar hecha con sinceridad. Pues a
mi me parece que la sinceridad, el honesto deseo de hacer algo y de
hacerlo, además, bien hecho, es lo que convalida cualquier acto, más
allá de que sea o no un acto artístico. A cualquier forma de trabajo o
de relación humana se le podría aplicar”.
¿Cuáles recuerdos no puedes apartar de los inicios, aquellos
tiempos fundacionales de la Nueva Trova, con incomprensiones y
compresiones?
“Me son inolvidables mis encuentros con diferentes compañeros de trova,
porque de aquel conocimiento salió el espíritu generacional. A Vicente
lo conocí en la secundaria básica, cuando ninguno de los dos tocábamos
guitarra, y desde entonces hemos sido amigos. Recuerdo cuando me
desmovilicé de las FAR y en el Festival de Varadero de 1967 conocí a
Martín Rojas y a Eduardo Ramos, dos jóvenes mucho más avanzados que yo
en la guitarra (por entonces yo era prácticamente un principiante). A
Noel Nicola lo conocí cuando el grupo de Senén Suárez le estaba grabando
‘El tiempo y yo’, una bella canción de juventud. También recuerdo
cuando Omara me presentó a Pablo Milanés, por quien sentí una admiración
inmediata, por esa gran musicalidad que siempre lo ha caracterizado”.
En el 1994 escribiste la canción ¿Por qué?, en la cual afirmas: “Siempre no ha de haber un mundo en división”. ¿Qué te sugiere esa afirmación hoy?
“Bueno, aquella era la afirmación de un joven, inspirado por un proceso
revolucionario que también era joven. Era como una doble carga
positiva. Teníamos la vida por delante y, como todo joven, estábamos
‘comiéndonos el mundo’. Esa es la función de los jóvenes, la fuerza, el
optimismo. Y la función de los que ya no somos jóvenes es poner nuestra
experiencia a su servicio, para que puedan llegar más lejos que
nosotros”.
Unos te consideran brillante y grande, pero muy sencillo (entre
quienes me cuento), otros te valoran como demasiado fuerte, duro,
serio… ¿Cómo te vez a ti mismo y ante los demás?
“Yo me veo normal, no me veo especial en ningún sentido. Siempre he
dicho que soy el hijo de Dagoberto y Argelia, cosa que me parece
suficiente”.
Cantor, músico, poeta… ¿Cuál sería la definición exacta?
“Los oficios que me han dado de comer fueron el de dibujante y el de
trovador. Tuve que hacer otras labores cuando era casi un niño, como
dependiente o cantinero, pero esas no las cuento porque no necesitaban
estudio y rigor”.
¿Compromisos presentes y futuros?
“Ahora en septiembre continuaremos haciendo conciertos por los
barrios más necesitados. Ya hicimos 16 y nos quedan unos cuantos más en
La Habana. Despuésquiero irme a algunos lugares fuera de la capital, a
hacer lo mismo en barrios necesitados de algunas ciudades y pueblos del
país. En noviembre haré tres conciertos en Argentina y uno en Uruguay.
Estoy haciendo las canciones para el largometraje ‘Meñique’, de Ernesto
Padrón. En general sigo haciendo canciones. Y letras sin música. Y
músicas sin letras. Me gustaría que me alcanzara el tiempo para hacer
otra gira por las prisiones. A ver si logro que eso se sistematice, que
es lo que siempre he pretendido”.
¿Qué valoración tienes de la amistad?
“No soy tan radical como Martí, que, según unos versos, ponía a un lado
el amor por un amigo. Bueno, esos versos hablan de su vida, que fue muy
corta y entregada. Yo tengo un gran concepto de la amistad, tan alto
que ni siquiera necesito que se den cuenta”.
Te presentaste recientemente en los Estados Unidos y Puerto
Rico. ¿Cómo valoras ese hecho, a partir sobre todo de las diferencias
políticas que nos han marcado durante tantos años?
“Llevaban 30 años sin darme visa. Para mí lo más impresionante fue que
fueron conciertos apenas divulgados y sin embargo con una extraordinaria
respuesta de público. La gente se pasaba la noticia por Internet. Y que
maravilloso ver a tantos compatriotas, además desbordados de cariño. En
el teatro Gibson, de Los Ángeles, un lugar de proporciones colosales,
alguien gritó de pronto: ‘¡Silvio, y esto fue sin propaganda! ¡Si lo
llegan a anunciar imagínate!’. En Oakland estuvimos en el fabuloso
teatro Paramount, de estilo Art Decó. Fue uno de mis conciertos que
mejor ha sonado, porque las condiciones acústicas son excepcionales. Y,
por supuesto, lo dos Carnegie Hall que hicimos en Nueva York, llenos de
un público entusiasta, que hasta cierto punto rompía con la etiqueta de
una sala tan importante. En el segundo concierto tuvimos el honor de que
fuera Pete Seeger, una leyenda viva de la canción que ya debe tener 92
años. Esa gira la empezamos por Puerto Rico, con un calor humano enorme,
por la identidad que tenemos con ese pueblo. Lo cierto es que toda la
gira fue muy emotiva y gratificante”.
En el programa Entre dos que se quieran…, afirmaste:
“No veo a Cuba como a un altar, ni como una catedral a la que uno va”.
¿Catedral, templo, nación, país, patria, raíz…?
“Nacer es algo que nadie escoge, como tampoco dónde. Pero una vez que
ocurre, las circunstancias, la historia, la cultura de donde naciste te
envuelven y se convierten en tus causas y tus azares. La vida es, por
momentos, una afinidad con todo eso y en otros momentos una verdadera
lucha”.
Te has pronunciado sobre la posibilidad y necesidad de cambios
en Cuba, dentro del propio proceso revolucionario. ¿Cómo aprecias, desde
tu punto de vista, el futuro de nuestro país?
“Aspiro a un socialismo cada vez más
democrático y participativo. Aspiro a ver pronto esa reforma migratoria
que se anuncia. Seguro no va a ser perfecta y deberá sufrir
modificaciones, pero lo que no empieza no puede progresar. Es
muy doloroso que haya tanta gente queriendo regresar a su país y que no
pueda. Eso me parece inadmisible. Igualmente lo pienso de los que se
quieren ir y no pueden. Aspiro a que todos los cubanos tengamos los
mismos derechos, mucho más si los ganamos trabajando y aportando con
amor a nuestro país. Soy consciente de que hemos avanzado en estos
sentidos, pero no está de más seguir aspirando a que nadie sea
discriminado por sus ideas, por sus sentimientos, creencias, color o
preferencia sexual. Aspiro a que maduremos y seamos más comprensivos y
permisivos. Aspiro a que todos adquiramos cada vez más conciencia
ecológica, que aprendamos a respetar la naturaleza. Es un desastre como
quedan las playas cuando acaba el verano. También creo que las
autoridades deben ser más pedagógicas y cuidadosas, y que deben velar
por esto y ser más severas con las agresiones a la naturaleza y a los
bienes colectivos… Creo que si dentro de un rato me preguntas, alargaré
la lista de mis aspiraciones”.
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