Dorso

jueves, 2 de febrero de 2012

ENTREVISTA A 3 AÑOS DE LA RECUPERACIÓN DE DISCO DE ORO

Miércoles, 01 de Febrero  "¡De acá no nos saca nadie!"


(AW) Es tucumano. Tiene 14 hijos. Vivió en la calle. Estuvo preso 4 años por robo. Fue cartonero y ciruja. Tuvo que ir a la montaña del CEAMSE de José León Suárez a revolver la basura. Fue albañil y tornero. Trabajó bajo patrón en Disco de Oro casi 20 años. El 2 de febrero de 2009 se convirtió en uno de los puntales de la recuperación de la fábrica. Se llama Jorge Arroyo y hoy es el presidente de la cooperativa "La Disco de Oro". El próximo 2 de febrero se cumplen 3 años de la recuperación. Lo que sigue es parte de la larga charla que tuvimos con él.

disco08
Fotografía: Imagen Insurrecta
San Andrés, 1 de febrero de 2012.-

Por Rodolfo Grinberg

Risa fácil. Rápido a la hora de responder. Observador y astuto. Se adivina en él la picardía del hábil jugador de truco. Decidido y audaz. Es Jorge Arroyo, presidente de la cooperativa "La Disco de Oro", empresa que el 2 de febrero cumple 3 años de su recuperación. Nos recibe en la que era la oficina de la fábrica. Hoy allí se dictan varios de los talleres que los trabajadores toman como parte del proyecto de formación que tiene la cooperativa.
Este tucumano de rostro aindiado, que sólo llegó a séptimo grado, se convirtió en uno de los motores de la lucha de los trabajadores por la recuperación de la fábrica y hoy por su sostenimiento.
Sin militancia política anterior, Jorge, como gran parte de nuestro pueblo, aprendió en la calle. "La calle te enseña" afirma. Allí se curtió y mamó las injusticias, pero también la picardía, la destreza para hacerles frente. Allí conoció el egoísmo más cruel, pero también la solidaridad, el heroísmo silencioso de la mano tendida.

"Yo era chico, era sufrido, pero a esa edad todo te parece lindo "

A los 9 años los padres lo enviaron a Buenos Aires, a casa de la abuela paterna. Jorge, el mayor de 5 hermanos (después fueron 9), partió de su Villa Alberdi natal, donde iba a buscar agua al río para llevar a la casa. Donde sus días y juegos transcurrían entre vacas, caballos, gallinas y chanchos. Donde "no eran ricos, pero vivían tranquilos". Donde miraba sorprendido el pasar de helicópteros, que con el tiempo reconoció como de la represión.
"En realidad es mi abuela la que me quiere traer. Después, porque ella decía que yo era muy rebelde, me corre de su casa y me quedo casi 2 años en la calle. Tuve que aprender de golpe que la persona que vos querías, que era tu familiar, como mi abuela, te corra, te eche o te dé vuelta la cara. Yo no tenía como comunicarme con mi padre para decirle "me pasó tal cosa". Ellos no sabían que yo vivía en la calle porque mi abuela nunca les dijo."

Jorge llegó a Buenos Aires, más precisamente a La Villa La Carcova en José León Suárez en 1976 en plena dictadura militar. Eran tiempos difíciles.
"Los primeros días fui a Belgrano, tomaba el tren y me volvía a Suárez. Una vez tomé el tren y veía que no llegaba más a Suárez, hasta que me di cuenta que no era por donde yo iba siempre y me había tomado el tren equivocado: el que iba a Mitre. Yo llevaba muy poco tiempo en Bs. As. Y me sentí perdido. "
A pesar del dolor que le produjo la actitud incomprensible de la abuela, Jorge guarda un recuerdo feliz de sus días en la calle, no de la abuela
"Los años que pasé en la calle fueron para mí los mejores de mi vida. En ese tiempo trabajaba en changas. Me acuerdo que ayudaba en una carnicería, en una verdulería, en un supermercado. Con la plata que ellos me daban... comía ahí, porque ellos me daban la comida también. Me había hecho de amigos que me permitían dormir en la casa de ellos. Algunas veces dormía en el tren o en la calle. Yo lo recuerdo como algo lindo para mí. Yo era chico, era sufrido, pero a esa edad todo te parece lindo ¿no? "

La vida de Jorge se fue transformando en un ida y vuelta, no sólo en tren. "Me acuerdo que yo ayudaba a la gente de donde yo dormía. La carne, la verdura y todo lo que conseguía no la consumía yo sólo, sino que se la daba a ellos. "
Las cosas en Tucumán, como en todo el país, se fueron poniendo cada vez más difíciles. Los padres de Jorge entonces vinieron también para Buenos Aires. Se instalaron en la casa de la abuela, pero al poco tiempo se pelearon con ella. Para ese tiempo Jorge se había hecho un ranchito en la Carcova , al que ellos fueron y lo agrandaron. Aún hoy el padre de Jorge vive allí.
Los viejos estuvieron más de un año sin conseguir trabajo. Jorge en ese momento, trabajaba en una carnicería dos veces por semana, les limpiaba las tablas y la heladera a cambio de carne y algo de dinero. "Vivíamos de lo que yo hacía, de la mercadería que me daban: la carne, la verdura. La gente te ayudaba. En ese tiempo vos ibas por la calle y le preguntabas a una señora: "¿Doña, quiere que le barra la vereda?" y te decía que sí. Te invitaba a pasar adentro de la casa. Te daba para tomar. Hoy en día te ve en la calle. Corriendo cierra la puerta y llama a la policía. Eran tiempos muy diferentes."

disco03

"Estando preso entendí que los consejos de mi papá y mi mamá eran buenos"

A los 14 años Jorge, que como muchos pibes de los barrios había comenzado a realizar pequeños robos, dejó la casa paterna y se fue a vivir con su pareja a Villa hidalgo a un ranchito que él mismo había comprado. "A los 13 años empecé con una mala junta. Empezamos a robar." señala Jorge.
A la edad de 17 años cayó preso por primera y única vez. Pasó 4 años y 8 meses adentro. "Estando preso entendí que los consejos de mi papá y mi mamá eran buenos. Qué tenían razón. La vi sufrir mucho a mi vieja, cosa que me dolió en el alma. En base a eso le prometí a mi mamá que no iba a robar nunca más, que iba a trabajar. Cumplí. A partir de ahí no robé, ni hice nada más que pudiera faltarle a la promesa que le hice a ella."
Jorge Arroyo cayó en cana por haber participado de un asalto a "La Serenísima". "A mí me vendió una persona, uno de los compañeros que nunca iba con nosotros, justo a un muchacho se le ocurrió llevarlo porque dijo que necesitaba la plata para la madre y los hermanos." recuerda, "Después de 5 días del hecho, él en vez de darles la plata a la madre y a los hermanitos, se fue a Munro a comprarse ropa y zapatillas. Andaba con el toco de guita. La policía lo cazó de los pelos y... "¿De dónde la sacaste?" Y ahí nos mandó en cana. Pero caí yo solo. Mis otros compañeros no cayeron. De algunas cosas zafamos y de otras yo me hice cargo."
De la cárcel conserva el peor de los recuerdos. Pasó 2 años en el penal de Olmos y 2 años y 8 meses en Sierra Chica. "Allá no había ninguna posibilidad de nada. Era bastante estricto."
El maltrato y la deshumanización era (y es) lo normal en las prisiones. "En la cárcel vi mucha gente joven sufrir. ¡Sufrir mal ¿No?!" explica Jorge agitando los brazos con gesto severo. Hace una pausa, piensa y agrega "Los días más difíciles eran cuando veías a un compañero o a alguno del pabellón, llorar o lastimarse porque la mujer o la novia lo había dejado; porque murió el padre o la madre o el hermano. Te sentís mal porque no podés hacer nada. Más que hablarle, no podés hacer nada."
Poco antes de caer en cana Jorge terminó la relación con la que era su novia hasta entonces y empezó a salir con otra, hoy madre de sus hijos más grandes. Las dos lo visitaban. "Un día se encontraron las dos en la visita: ¡Fue un quilombo!" las risas inundan la oficina de Disco de Oro, Jorge se toma la cabeza y agrega a modo de explicación "La anterior, aunque nos habíamos peleado, como caí preso me iba a ver. Cuando la vio la que ahora es madre de los nenes se enojó y no volvió nunca más a la visita." Volvieron a salir cuando Jorge salió en libertad. "Es raro tener una mujer o una novia que te aguante. Casi todas te dejan ahí. ", concluye.
Alojado en el piso 4to del penal de Olmos Jorge se asomaba a la ventana y alimentaba un sueño: "veía a toda la gente, y decía para mí "cuando salga de acá me voy a comprar un paquete de Parisiens, una cerveza, me voy a sentar en una plaza. Voy a fumar y voy a tomar la cerveza"
El sueño no pudo ser cumplido en Olmos. De esa unidad lo trasladaron a Sierra Chica. Allí recuperó la libertad. "Me acuerdo cuando salí, me abrieron el portón y no sabía para adonde agarrar. Era todo campo. Vi a una señora y le pregunté donde podía tomar un micro. Tuve que caminar 4 ó 5 cuadras largas. Tomé un micro y llegué a Olavarría. Estaba desconcertado. Era como que me quería volver otra vez adentro."
Finalmente recordó su promesa y en la estación "me compré el paquete de Parisiens, me compré la latita de cerveza y me senté en el banco, no de la plaza, de la estación de trenes y me fumé el cigarrillo y me tomé la cerveza."

"Sentí vergüenza cuando salí a cirujear"

Haber estado preso, tener antecedentes, cargar con ese estigma implica la continuidad del castigo para quien pasó por las cárceles, aunque haya cumplido la pena y haya "pagado su deuda con la sociedad". Para nadie es fácil conseguir trabajo, para quién estuvo guardado menos.
Sus antiguos compañeros lo buscaron "Les dije", cuenta Jorge, "yo no quiero robar más. No quiero saber más nada. Voy a buscar trabajo". Pero pasó un mes y no conseguía trabajo, pasaron dos y no conseguía trabajo, tres meses y no conseguía trabajo. Y... ellos que me venían a buscar. Y yo que les decía que no. "
Un día llegó el hermano de Jorge y le dijo "Yo no tengo trabajo, pero tengo un carro. Voy a cirujear todas las tardes, si querés venir conmigo repartimos lo que ganemos."
"Yo me quería matar" Jorge se ríe y sin darse cuenta su mirada se pierde en el techo mientras busca las palabras para expresar los sentimiento que se atropellan en ese instante, luego sigue "pero no por el hecho de decir "yo no eso no lo hago", sino porque me iban a ver todos los que eran mis compañeros y toda la gente que me conocía. Sentía vergüenza. No iba a rechazar lo que mi hermano me ofrecía, que era lo poco y lo mucho que él me podía ofrecer. Así que agache la cabeza y le dije "Bueno, dale vamos."
Cuando los ex compañeros de andanzas veían a Jorge en el carro lo insultaban o se burlaban en forma agresiva "Un día voy al pool y como siempre, cuando llego ellos se van. ¡Me dio tanta bronca! Agarré el taco de pool y los empecé a putear y a decirles de todo. Nos agarramos a las trompadas, nos cagamos a palos. Así uno de ellos me entendió y se juntaba conmigo. Después ya me dejó de importar el resto."
El trabajo de ciruja lo realizó durante un año y 2 meses. No era mucho pero le alcanzaba para aportar en a casa y para vestirse. Es finalmente el padre quién le consiguió el primer trabajo en una fábrica "en Capital Federal en la fábrica donde trabajaba mi papá. Él habló con el dueño y entré a trabajar. Era una fábrica de mosaicos. Ahí trabajé 2 años. Hubo despidos masivos porque la fábrica no andaba bien. Despidieron a los más nuevos y me tocó a mí. Me indemnizaron y pude hacer mi casa de material y me junté con la mamá de los chicos."
Trabajó en muchos lugares. Una vez un tío lo llevó a trabajar de albañil. Los había contratado una mujer "Ella me vio los tatuajes y los cortes que tengo en los brazos y se dio cuenta, se enteró que estuve preso y la mujer le dijo a mi tío que me vaya. Y me tuve que ir. Por más que mi tío hubiese querido mentir, no podía. "

"Me quedé petrificado mirando la multitud de gente que se abalanza sobre la montaña de basura"

Jorge Arroyo vive en la Villa La Carcova. Cerca. Muy cerca, está el CEAMSE. Son los terrenos donde se descarga la basura de millones de habitantes de la capital y el gran Buenos Aires. Todos los días miles de personas, principalmente provenientes de las villas y barrios cercanos van a la montaña a revolver. A ver que encuentran para sobrevivir. El relato de Jorge cuando le preguntamos sobre el tema se torna amargo. "Yo he ido a acompañar varias veces a unos compañeros, después fui con uno de los pibes míos y me da mucha pena. La primera vez que fui me quedé petrificado mirando toda la multitud de gente como se abalanzaba sobre la montaña de basura. El olor que había y el olor con que se vuelve. El olor que tienen las cosas que se traen. Para ellos es un bien por lo que pueden rescatar, pero que en la Argentina haya gente que tenga que vivir así de esa forma, me da pena. Me da pena y mucho dolor porque creo que no tendría que ser. Un país que lo tiene todo. Un país que prácticamente no necesita de afuera, que haya gente en esas condiciones me parece mal."
Finalmente confiesa: "Otras veces he comido cosas que levantábamos de la basura, por ejemplo cuando salíamos a cirujear, porque era lo único que había. Creo que a ellos ahora les pasa eso. Pero te da bronca y te da impotencia. "

"Me acordé de los motines en la cárcel y pensé "¡De acá no nos saca nadie!"

En Disco de Oro entró a principios de los `90. "Entré por agencia. Acá no preguntaron nada, porque se ve que necesitaban a la gente. A los tres meses me pusieron efectivo." explica Jorge.
Desde entonces trabaja en la fábrica. Tuvo que soportar junto a sus compañeros y compañeras cambio de patrones y de condiciones de trabajo y todos los avatares de la realidad económica a través de más de dos décadas.
En la empresa había delegado. Jorge mismo llegó a serlo en algún momento. "El gremio estaba con la parte patronal." aclara "Cuando había algún problema venían acá y en vez de decirle a la patronal "No. Los compañeros tienen razón", te decían "No. No podemos hacer nada. Tiene razón ellos"
Antes de la tomar la fábrica los trabajadores sospechaban que algo iba a pasar. Estaban trayendo poca materia prima, compraban lo justo y usaban todo. Les dieron vacaciones por 15 días a todos, cosa que nunca antes habían hecho, es más antes no les querían dar vacaciones.
El 2 de febrero de 2009 "Un camionero nos avisa que se estaban por llevar las máquinas, que se estaban por ir. Ahí llegamos y empezamos a discutir con la patronal. A los fleteros que estaban por cargar las máquinas les dijimos que se vayan, que no se iban a llevar nada. Qué nos disculpen, que no era contra ellos, pero que no se iban a llevar nada. Ellos nos dijeron "Está bien, está bien. Déjennos sacar las herramientas y nos vamos" Sacaron las herramientas, le cobraron el flete al patrón y se fueron."
El relato se vuelve apasionado, intenso, Jorge se entusiasma: "Él se quería justificar. Decía que se llevaba las máquinas para arreglarlas. A otros les dijo que tenía un embargo y para que no les lleven las máquinas, él las llevaba a otro lado donde iba a abrir y que nos iba a avisar."
La estrategia patronal, que pretendía vaciar la fábrica sin que los obreros se dieran cuenta, se cayó. Sergio Godoy no sabía que inventar para ganar tiempo.
"Subimos a las oficinas. De esa vez quedó medio rota la puerta." Jorge señala la puerta que hoy muestra las huellas de la lucha "Estaban encerrados, empujamos la puerta para entrar."
La contadora fue uno de los personajes que junto al patrón diseñó la estrategia de vaciamiento. Jorge recuerda "Cuando tomamos nos amenazó con que si no salíamos, iba a llamar a la policía. Me acuerdo que le dije a la contadora, le tiré el teléfono y le dije "dale llamala". Ella me miraba, yo tenía un fierro y le pegué a la puerta con el fierro. La mina se asustó. En ningún momento llamaron a la policía. Ellos sabían que estaban en infracción. ". Reímos.
De a poco se fueron arrimando vecinos que preguntaban qué pasaba. Después vino uno con una cámara. Se arrimaron un par de pibes y de pibas militantes para hacer el aguante. "Ahí ya nos quedamos. "
Pero aun faltaba tomar algunas decisiones. Había compañeros y compañeras que opinaban que había que vender las máquinas y cobrarse la deuda. Otros, sin conocer demasiado, pensaron que mejor era conformarse como cooperativa.
Jorge recuerda que se preguntaban "¿Pero cómo es eso de la cooperativa?" "Y no. No sé pero hay otros lugares que tienen cooperativa". "Yo me acuerdo bien pero hubo alguien que me dio el teléfono de Lalo. Y él nos orientó como hacer la cooperativa. Y ahí arrancamos."
Jorge, como la mayor parte de los trabajadores de la fábrica, desconocía la experiencia de otras fábricas recuperadas. Tomar fue instintivo. " La idea de meterme acá adentro y hasta que no paguen lo que me deben no salir la tomé de cuando hacíamos lo motines en la cárcel. Yo me acordaba de eso y pensaba "de acá no me saca nadie".

A tres años de la toma

Transcurrieron 3 años de aquellas jornadas y no pocos son los logros de los trabajadores. Jorge hace una valoración del tiempo transcurrido.
"Hoy en día no te digo que estamos bien, pero no estamos mal tampoco. Cada uno de los compañeros se lleva un sueldo. Podemos comprar materia prima directamente a los molinos, a los fabricantes. Estamos haciendo los trámites para poder exportar. "explica Jorge, "Tenemos una contadora que nos ayuda. Nos cobra, pero no lo que debería. De a poco vamos cada vez un poquito más adelante."

La solidaridad, el ida y vuelta con quienes comparten el dolor de las injusticias, con la gente de las barriadas, con quienes siempre apoyaron a los trabajadores, es uno de los pilares de la cooperativa. Hoy están proveyendo de tapas a un emprendimiento productivo de la Organización Popular y Rebelde (OPR) en Villa Hidalgo y tienen el proyecto de abrir un comedor en terrenos de la fábrica.
Jorge remata su pensamiento con convicción: "Muchos piensan que los obreros no pueden manejar una empresa. Nosotros estamos demostrando que los obreros podemos hacer las cosas bien"

No hay comentarios:

Copyright Text

Info