La práctica de la izquierda peruana muestra hasta que grado ha llegado su estado de degeneración política. Cuando Ollanta Humala ganó las elecciones presidenciales gritaron que había llegado “la hora del cambio en Perú”. Anunciaron que con el triunfo de este militar el Perú se encaminaba el socialismo, y que ello era algo parecido con la revolución francesa y la toma de la Bastilla.
Ahora que no cabe dudas sobre el rumbo
político reaccionario y pro imperialista del gobierno de Ollanta Humala,
la “izquierda” ha modificado su discurso, no para corregir el rumbo
político sino más bien para seguir mintiendo y colaborar con el actual
régimen. Ahora dice que Ollanta Humala ha caído “prisionero de la
derecha” y que los grupos de poder se han apoderado del presidente para
desplazar a la izquierda. O como sostuvo Mario Huamán (secretario
general de la CGTP) de que el presidente Humala le “había dado
demasiadas concesiones a la derecha”.
Esta izquierda no es aliada de los trabajadores. Es
contrarrevolucionaria y parasitaria. Se equivocan quienes piensan que
los responsables del sufrimiento, la opresión y la pobreza del pueblo
son solamente los grupos de poder, la burguesía y el imperialismo. Es
cierto que éstos, desde el punto de vista teórico-político, constituyen
el enemigo fundamental del pueblo. Pero esta definición vista de modo
abstracto, podría hacer perder de vista que los grupos de poder para
imponer su dominación necesitan la colaboración de otras clases, grupos
políticos y diferentes organizaciones de carácter social insertas en la
sociedad.
Desde la sociedad esclavista hasta nuestros días los amos del poder
necesitan lacayos asalariados para poder gobernar y mantener su
dominación. Los cuerpos militares y policiales, son los pilares
represivos del poder. Pero estas fuerzas no son suficientes para
controlar la población y mantener la estabilidad del Estado. No solo se
reprime a los oprimidos, sino también se le engaña y estafa. Se les
manipula para que confíen en las promesas de sus verdugos. Se busca
hacerles creer que el Estado y su sistema de gobierno, sin sufrir
ninguna modificación, pueden resolver los problemas históricos del
pueblo. Es aquí donde encaja, como vasallo del poder, la perniciosa
izquierda, incluyendo aquellos grupos que se pegan en el pecho
pergaminos de revolucionarios, socialistas y antiimperialistas.
De toda la izquierda degenerada de Latinoamérica, la que sobresale es
la del Perú. Son serviles y han perdido cualquier razonamiento ético y
moral. Son mentirosos y cínicos, y utilizan los argumentos más
inverosímiles para sostener los regimenes burgueses de turno. Sin ningún
escrúpulo político señalaron en 1990 que Alberto Fujimori era el
candidato del pueblo. Con Alejandro Toledo anunciaron que este era el
“candidato de todas las sangres”.
Los dirigentes de esta izquierda no son líderes políticos. Son
mercachifles y saltimbanquis. Son bufones que hacen piruetas para
agradar al gobernante de turno. Son inservibles y su razonamiento
político es miserable, paupérrimo. Así por ejemplo, para Gustavo
Espinoza Montesinos (actualmente diputado jubilado y antiguo dirigente
del Partido Comunista Peruano pro soviético), el triunfo de Humala
inauguraba el camino al socialismo o como lo dice con sus propias
palabras en: “homenaje a los clásicos del Marxismo podríamos decir que,
finalmente, arribó a nuestras playas una verdadera revolución
democrático-burguesa que, por las condiciones en las que se desarrolla
es más avanzada y apunta al socialismo... Estamos al pie de la
esperanza”; gritó. (Gustavo Espinoza, junio 2011).
No solo es Espinoza quien ha hecho ridículas declaraciones para
sostener al nuevo inquilino de palacio de gobierno. Olmedo Aurich
Melgar, vicepresidente de la Confederación General de Trabajadores del
Perú (CGTP) y miembro de la dirección política de “Patria Roja”, dijo
que Humala era “la esperanza del cambio”. Sinesio López Jiménez,
compitiendo con las sandeces de Espinoza comparó el triunfo de Ollanta
Humala con la revolución francesa de 1789. Aquí lo que ha dicho Sinesio
López. “Es la toma democrática de la Bastilla. Sin asaltos, sin
violencia, solo con la fuerza de los votos las clases medias y populares
han conquistado el gobierno del Estado para todos”.
“Manifiesto por la gran transformación del Perú”, fue el voluptuoso
titulo de la proclama de la izquierda oficial para sostener la
candidatura electoral del comandante Ollanta Humala. En forma delirante
se dijo ahí que este militar, representaba “los ideales de la gran
transformación que nuestra patria requiere y la unidad de las fuerzas
que anhelan construir la democracia y la Nación peruanas”. Este texto
fue firmado por Hugo Wienner, Manuel Dammert Ego Aguirre, Edmundo
Murrugarra, Roger Rumrrill, Ricardo Soberon Garrido, y otros personajes
de la susodicha izquierda peruana. Fueron estos mismos individuos que en
anteriores elecciones, y con los mismos argumentos sostuvieron la
campaña electoral de Alan García en 1985, de Alberto Fujimori en 1990 y
de Alejandro Toledo en el 2001.
“Patria Roja” es uno de los partidos políticos que hace parte de la
izquierda legal. Al triunfo de Humala se pronunció en comunicados y
artículos. Este partido dijo que los “resultados de las elecciones del 5
de junio pueden calificarse de históricos…representan la primera
derrota electoral sufrida por la derecha cavernaria. Se abren así
posibilidades de cambio, profundización de la democracia, mayor atención
a las demandas sociales, lucha contra la corrupción y una política
internacional con mayor independencia y soberanía, no alineada con el
eje pro norteamericano en la región”.
El Partido Comunista Peruano (ex pro soviético), dijo que era “la
primera vez que una confluencia popular de estas características gana un
proceso electoral, iniciando una nueva etapa en la historia del Perú…
Esta victoria popular es también el resultado de un largo proceso de
lucha de los trabajadores. Ollanta Humala supo erigirse como el líder de
la protesta social y la voluntad expresa por el cambio”.
Esta izquierda actúa desde el parlamento, los municipios, en la
dirección de miles de Organizaciones no gubernamentales (ONG) (bien
nutridas desde los países ricos), desde los sindicatos y centrales
obreras y populares. En los últimos años han avanzado tanto en su
alianza con los grupos de poder y el imperialismo, que hasta han logrado
puestos importantes como ministros, altos funcionarios del Estado.
Una izquierda que desde hace medio siglo colabora con los gobiernos
de turno y su miserable existencia depende exclusivamente de la
asistencia de la burguesía, grupos de poder y el imperialismo. Son
parlamentarios, alcaldes, consejeros oficiales y hacen parte del sistema
corrompido del Perú. Se han especializado en infiltrar las
organizaciones populares y desde adentro, las dividen, las debilitan, y
con engaños las llevan a la derrota. Ha liquidado la Confederación de
General de Trabajadores del Perú (CGTP), central que fue fundada por
José Carlos Mariategui pero que ahora es un cascaron sin ninguna
representatividad.
Ha destruido el Sindicato Unitario de Trabajadores en la Educación
del Perú (SUTEP) y otras organizaciones sindicales que ahora sirven
solamente para animar los circos electorales, y negociar con los
gobernantes beneficios personales para los dirigentes.La bancarrota de
la CGTP se refleja en el grave hecho que los trabajadores peruanos hayan
perdido sus elementales derechos laborales. Los diferentes gobiernos,
con el apoyo de la izquierda y de los dirigentes de la CGTP, han
liquidado las 8 horas de trabajo, la libre sindicalización, la
estabilidad laboral, y sobre todo el derecho a un salario justo.
Los dirigentes de la CGTP que provienen del viejo PCP ex pro
soviético y de “Patria Roja, combinan sus actividades burocráticas con
puestos bien rentados en el Estado. Por ejemplo, Carmela Sifuentes
Inostroza actual presidenta de la CGTP fue candidata al congreso en la
lista de Ollanta Humala. No salió elegida, pero inmediatamente se
reciclo como miembro del Consejo Directivo de Essalud (Seguro Social de
Salud del Perú) una organización del Estado, por cuyo cargo recibe más
de 3 mil dólares por mes. Que diferencia con el salario mínimo de un
trabajador peruano que solo alcanza a 247 dólares al mes.
Por esta institución del Estado han desfilado casi todos los
dirigentes de la CGTP, empezando por Mario Huamán, el secretario general
de esta central. La degeneración de esta “izquierda” esta expresada en
su discurso hipócrita y su práctica política. Dice que está contra la
injusticia, la pobreza y la desocupación, pero sin embargo colabora con
los grupos de poder y el imperialismo.
Esta izquierda, se presenta como democrática y antiimperialista, pero
hace todo lo posible para detener la lucha de los oprimidos contra el
capitalismo, la burguesía y las transnacionales. Se acerca al pueblo
pero solamente para arrearlas como carneros en los procesos electorales,
o para inducirlas a que vote por cual o tal candidato de la burguesía.
Esta “izquierda” se dice democrática y moralista.Sin embargo
colabora con todos los regimenes corrompidos que pasan por el Estado.
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