En el trabajo que, desde diferentes colectivos,
venimos realizando por la recuperación de la memoria, se pueden apreciar
evidentes divergencias que pudieran pensarse superficiales pero que,
probablemente, sean más de fondo de lo que aparentan.
Sinceramente, nos gustaría pensar que no es así
y que estamos en la misma pelea. Por ello, no salimos de nuestro
asombro cuando leemos en la prensa que la “Asociación de Familiares de
Fusilados de Nafarroa” apoya al juez Garzón. Podemos entender la
motivación en defensa de una persona que sufre una querella por sus
acciones a favor de la recuperación de los restos de las personas
desaparecidas, y, cómo no, entendemos también que se quieran buscar los
restos de los familiares desaparecidos. Pero no vale todo, y mucho menos
cuando defendemos que la recuperación de la memoria debe ser con
contenidos. Y no estamos hablando de la complicidad de este juez con la
represión que sufrimos en Euskalerria. Todos y todas conocemos su
actitud ante las detenciones arbitrarias, el rigor que utiliza en dichos
casos, todos y todas sabemos del desprecio ante las personas que
denuncian la práctica de la tortura, siendo cómplice por lo tanto de la
misma. Esto es un capitulo aparte y llegará el momento de pedir
responsabilidades. Estamos hablando de la memoria histórica, y la
implicación de Baltasar Garzón en ello. Pongámosle en su sitio.
Recuperación referida a las personas que fueron víctimas políticas
por su compromiso político. Por lo tanto, hablamos también, de la
recuperación de ese compromiso, de los ideales de transformación social,
de planteamientos progresistas… Es la verdadera asignatura pendiente de
la recuperación de la memoria... ¿Qué sabe de todo esto el señor
Garzón?
A más de 75 años del golpe de estado fallido, de la sublevación
militar contra la II República, se sigue sin hacer justicia, los
cuneteros no han pagado por sus crímenes, se desprecia la memoria de los
asesinados y nunca se ha revisado la herencia política del franquismo.
Franco murió en 1975, y en 1986 al cumplirse 50 años del golpe de
estado franquista, el PSOE boicoteó cualquier intento de recuperación de
la memoria. Y ahora, ¿quién justifica este silencio de más de 35 años
de la llamada democracia?, ¿es eso lo que se pretende cuando se afirma
que vivimos en una democracia asentada?, ¿se quiere realmente recuperar
la Memoria Histórica o simplemente es un lavado de cara para enterrar
definitivamente a los asesinados? Parece como si el apoyo al juez Garzón
formara parte de este guión. En la “transición española”, a las
primeras de cambio, la idea de una necesaria “ruptura” con el franquismo
se abandonó, y ahora, para dar carpetazo, nos vienen con la “Ley de la
Memoria Histórica” y con actuaciones estrella de un juez con un notorio
afán de protagonismo.
La iniciativa del juez Garzón para investigar la represión
franquista, terminó con la inhibición a favor de los juzgados
territoriales, ya que se constató, entre otras cosas, que Franco y otros
44 altos cargos fascistas habían muerto. Menudo invento, y es que la
iniciativa tenía trampa. No podía ser de otra forma, tratándose de una
iniciativa centrada en las desapariciones forzosas ocurridas entre 1936 y
1952. La dictadura y la represión franquista no acabaron ahí. A fecha
de hoy, siguen vivos varios de los ministros que acompañaron a Franco en
sus cuatro largas décadas de dictadura. En los últimos años de la
dictadura, desde el 6º gobierno franquista (1951) hasta la aprobación de
la Constitución (1978), se han censado más de 150 personas asesinadas
por la policía franquista en diferentes situaciones, o condenadas a
muerte y ejecutadas “legalmente”. ¿Está el juez Garzón dispuesto a
investigar todo ello? Por otro lado, la "Ley de Memoria Histórica" es
una ley que no reconoce jurídicamente a las víctimas del franquismo, que
implica el reconocimiento de la legalidad franquista y tiene una
manifiesta voluntad de servir de defensa de esa legalidad al plantear la
igualación de víctimas y responsables de los delitos de genocidio y de
lesa humanidad.
Hoy, más que nunca, se hace necesaria la anulación de las condenas
emitidas por los tribunales franquistas, para poder iniciar el camino de
la justicia y reparación. Aquí nos gustaría ver al juez Garzón, pero
aquí no estará porque eso significaría abrir la carpeta, no dar
carpetazo. Le gusta más poner en marcha iniciativas exclusivamente
personalistas sin ningún recorrido jurídico.
¿Cómo se puede entonces apoyar a un personaje así?
Todo esto es lo que representa el señor Garzón y, en nuestra opinión, no merece el apoyo de ningún colectivo memorialista.
No podemos mirar la historia más reciente como si nada hubiera
pasado. Desde “Ahaztuak 1936 - 1977” siempre nos hemos identificado con
el compromiso de recuperación de la memoria, pero de toda la memoria;
necesitamos saber toda la verdad sobre el fallido golpe de estado y sus
consecuencias de asesinatos, represión y cárcel, toda la verdad sobre
los tres años de guerra y los casi cuarenta de dictadura, con más muerte
y represión, toda la verdad sobre una transición que garantizó la
impunidad del franquismo y nos impuso la monarquía, y toda la verdad
sobre la violencia que, hasta nuestros días, ha generado esta situación.
En “Ahaztuak 1936-1977” también trabajamos familiares y amigos de
personas que fueron asesinadas y sufrieron la represión franquista, y
para nosotros y nosotras la “bofetada a las personas fusiladas en 1936 y
a la memoria histórica”, como plantean desde la “Asociación de
Familiares de Fusilados”, no es precisamente el enjuiciamiento de
Garzón, más bien todo lo contrario, la bofetada es la solidaridad que
determinados colectivos memorialistas muestran sin más hacia este juez.
En la “Asociación de Familiares de Fusilados”, lo más probable es que
no hayan perdido el norte, lo que sucede, simplemente, es que los
caminos que transitamos, desgraciadamente, comienzan a ser diferentes.
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