Puerta del Sol- exterior-día
- “Por cuatro indeseables me van a tener aquí, vamos hombre” (señora indignadísima);
- “Esto ha llegado a lo que ha llegado porque lo tenían que haberse duros mucho antes”(camarero del bar de la esquina de Sol con Carretas);
- “Señor agente, estoy dos días en Madrid y sólo quiero comprar lotería, si me deja un momentito…” (señor de unos cincuenta años que no entiende nada de lo que allí sucede).
Escenas de los márgenes del cordón policial de Sol este mediodía un rato antes de que la policía desalojara los locales aledaños de Sol y cerrara a cal y canto los accesos a la plaza, ya de por sí tomada policialmente.
¿La amenaza? Menos de doscientas personas (en ese momento) que pretendían entrar en la plaza ¿lo peor qué podían hacer? Gritar consignas, acaso sentarse a hablar.
En los últimos días se ha conocido una encuesta de la empresa Ipsus según la cual más de ocho millones de ciudadanos han participado de forma “activa” en el movimiento. Los tantos por ciento de aceptación y simpatía ciudadana del movimiento que han desgranado las últimas encuestas son también de sobra conocidas.
La unión de vectores parece evidente: el cerco de la plaza vacía no busca sólo que no podamos entrar, busca ganar la batalla de la opinión pública que a día de hoy tienen perdida, han aprendido del propio 15M a integrar en su estrategia la batalla por lo visible (visibilización le llamamos ahora).
A ojos del transeúnte poco informado o conservador los garantes del orden sólo pueden llevar a cabo tal despliegue por un peligro de orden público real (no olvidemos que el artículo 19 de la Constitución – derecho de libre circulación- sólo puede suspenderse por estados de excepción o sitio).
¿Impone esto un cambio de estrategia por parte del movimiento 15M? ¿Debemos ceder temporalmente Sol y mudarnos de plaza? O por el contrario ¿es Sol más que nunca un símbolo irrenunciable de libertades ciudadanas? Yo por mi parte reconozco que no tengo una opinión clara sobre el tema, pero esta es sin duda la cuestión que está ahora en el aire y que urge tratar.
En otro orden de cosas, parece preocupante que mucha gente obvie las implicaciones de la aplicación de facto de una suerte de Estado de sitio en el centro de Madrid, de la aplicación injustificada (ningún peligro real acecha) e inexplicada de, como dice Jesús Gómez en su magnífico artículo Estado de excepción: detención preventiva, limitación de la libre circulación, limitación de la libertad de expresión, limitación del derecho de reunión en lugares de tránsito público, limitación del derecho a manifestarse.Pero esa es otra historia…aunque sea gasolina y combustión del motor de un mismo miedo a la libertad
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